El Gobierno apuesta fuerte al blanqueo, entendido como la posibilidad de sostener la promesa de achicamiento del déficit mientras finalmente se aviene a un gradualismo en materia de ajuste de tarifas y con la mirada en las elecciones del año próximo. Tal es así, que en los despachos oficiales se estudia un proyecto que, de tomar estado público, seguramente va a generar polémica.
La creación de la figura del "soplón" fiscal será la llave que guardará el Gobierno hasta último minuto para poner en juego en caso que el blanqueo no prospere como se espera. Si bien en la City sostienen que el éxito vendrá de la mano de un número importante de familias que terminará declarando sus tenencias afuera del sistema -pero que podría evitar traer esos recursos al país por ahora-, la elusión y evasión tributaria tendrían no sólo en el blanqueo, sino también en la posibilidad de ser delatados ante el fisco, su hora definitiva.
La información que manejan en el Palacio de Hacienda es que un "dream team" conformado por los teóricos del blanqueo mantiene en suspenso la idea de sacar al ruedo un proyecto complementario. El "soplón" tendrá como incumbencia la ventaja de poder denunciar a quien manteniendo activos o dinero físico fuera del sistema y sin declarar, decida no ingresar al blanqueo.
En principio la idea es que funcione con un premio: es decir que el soplón podría tener un incentivo extra. ¿Quiénes podrán ser soplones fiscales? Cualquiera, aunque se imaginan en el Gobierno que a ex funcionarios marginados, ex cónyuges, secretarias, concubinos en conflicto, traicionados, ex empleados y viejos confidentes devenidos en sospechosos podrían caberles todas las de la ley.
Quien mantiene escepticismo en estas cuestiones -pero principalmente en la letra chica del blanqueo- es el ministro Prat Gay, quien en voz baja, ya ha manifestado que es necesaria una baja de los impuestos siempre y cuando no afecte a las promesas gradualistas empeñadas con el déficit fiscal.
La aparición en juego del soplón fiscal podría beneficiar al ex JP Morgan, ya que sumaría presión para que mayor número de "candidatos" se sume a declarar su patrimonio ante el peligro que constituye un cónyuge o ex empleado con demasiados conocimientos del estado de situación patrimonial personal, pero el ministro ya ha manifestado en otras oportunidades no estar del todo convencido acerca de la ética que tiene todo lo referido a perdonar el pago de impuestos, señala El Cronista.