El Gobierno busca facilitar la posibilidad de que los empleados puedan elegir en qué banco quieren cobrar su sueldo, de manera de fomentar la competencia entre entidades financieras.
Es por esto que el Banco Central estableció una serie de cambios en la normativa de las cuentas bancarias, para agilizar el funcionamiento del sistema y facilitar la migración de los clientes a la empresa de su preferencia.
Entre otras medidas, el Directorio de la entidad determinó que la apertura de las cuentas sueldo puedan ser a solicitud del trabajador y no exclusivamente por pedido del empleador, como ocurre en la actualidad.
De ese modo, el particular podrá solicitar que su empleador le deposite sus haberes en una entidad financiera de su elección.
Asimismo, la normativa deja en claro que en algunos regímenes laborales especiales, tales como el del empleo doméstico y el trabajo agrario, la cuenta sueldo debe ser utilizada como mecanismo de pago de remuneraciones.
También se estableció que, a partir del 1 de noviembre, los bancos deberán permitir a sus clientes abrir y cerrar cuentas bancarias a través de homebanking, pudiendo ofrecer también otras vías como banca telefónica, correo electrónico o cajeros automáticos.
El mismo criterio operará para que el usuario pueda dar de baja las tarjetas de crédito, tanto bancarias como no bancarias, sin necesidad de presentarse en una sucursal.
La normativa estableció además que todos los certificados de plazos fijos emitidos en papel pueden ser compensables entre las entidades. Por ello, un certificado de plazo fijo de un banco, a su vencimiento, podrá ser depositado en una cuenta de otro banco del mismo titular.
Hasta mayo se encontraban activas 8.564.281 cuentas salario, que fueron abiertas por 188.907 empresas, según relevó el diario La Nación.
Una cuenta salario no tiene límites para extracciones en efectivo ni costo alguno para el trabajador. Los empleadores deben abrirlas a nombre de cada empleado, quien tendrá la posibilidad de designar a un cotitular, y se los provee sin cargo de una tarjeta de débito.
Los bancos no pueden cobrar mantenimiento por estas cuentas. Y los usuarios acceden a toda la red de cajeros automáticos sin los costos que hoy supone utilizar terminales no pertenecientes al banco emisor de su tarjeta.