Los meses pasan, pero los fondos no aparecen: en enero, el primer mes de su segunda prórroga, el blanqueo de capitales logró captar apenas unos u$s30 millones.
Fuentes oficiales indicaron a La Nación que el acumulado hasta el viernes pasado sumaba u$s630 millones, frente a la meta de u$s4000 millones que se había fijado el Gobierno al lanzarlo en mayo de 2013. Esta suma incluye tanto la compra de Certificados de Depósitos de Inversión (Cedin), para el mercado inmobiliario, como la de Bonos Argentinos de Ahorro para el Desarrollo Económico (Baade), para el sector energético.
La proporción es de 90% para el primer instrumento y apenas un 10% para el segundo, pese que empresas como la petrolera Bridas se habían comprometido el año pasado a suscribir u$s500 millones. En tanto, los bancos fueron los únicos que aportaron una suma, cercana a los US$ 50 millones, ante la presión del entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a diferencia de otros sectores, como las telefónicas, que prometieron, como Bridas, pero no aportaron.
Las cerealeras, el otro sector que había sido colocado en la mira de Moreno, finalmente negoció con el Banco Central la suscripción de otra letra más conveniente, como adelanto de los dólares de la cosecha 2014, por u$s385,3 millones desde mediados de diciembre. Pese a las acusaciones formuladas desde el oficialismo, el sector defendió el ritmo de liquidación de divisas y negó haber incumplido con el acuerdo con el Gobierno, al expresar que hasta mediados de este mes habían entrado u$s1820 millones. "Si no ingresaron más es porque no hay más venta por parte de los productores, que, pese a la devaluación, están esperando a tener más certidumbre. A esto se suma la decisión del Gobierno de no abrir más la exportación de trigo", indicó una calificada fuente del sector al matutino.
Según un estudio de la Fundación Mediterránea, "si los productores mantienen el ritmo de ventas de los últimos meses, las divisas potenciales que podrían generarse estarían en un rango de entre u$s1600 y u$s2000 millones para el bimestre febrero/marzo; por el contrario, si decidiesen cerrar el ciclo 2012/2013 con existencias similares a las del ciclo previo, deberían volcar al mercado unos 9 millones de toneladas en el próximo bimestre, que representan unos u$s4590 millones a los precios externos actuales".
Más allá de este sector, en el Gobierno son cada vez más los funcionarios que se preguntan para qué se decidió la segunda prórroga del blanqueo, luego de que, a fines de diciembre, cuando finalizó el plazo estipulado originalmente, los fondos ingresados habían ascendido sólo a u$s607 millones, frente a los u$s4000 millones obtenidos en el blanqueo de 2009.
De hecho, el jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, le había recomendado a la presidenta Cristina Kirchner -como luego lo reconoció públicamente- que este plan ni siquiera se estirara más allá del trimestre julio-septiembre (2013) previsto por la ley aprobada por el Congreso; en esos primeros tres meses, apenas logró capturar u$s379 millones.
Antes, el blanqueo había sido defendido por todos los funcionarios del equipo económico en el Congreso: Moreno, Echegaray y tres ex: la presidenta del BCRA Mercedes Marcó del Pont, el ministro de Economía Hernán Lorenzino y el viceministro Axel Kicillof.
Los analistas del sector privado consideraron que el blanqueo no sirvió por la incertidumbre política y económica, pero también por el desacierto en la confección de los instrumentos elegidos. Mientras que el blanqueo de 2009 tenía un objetivo fiscal, el segundo escondía la idea de recomponer las reservas del Banco Central, afectadas por la fuga que persistió pese a la vigencia del cepo cambiario. En particular, el Cedin no logró revertir la parálisis del cepo entre vendedores y compradores del mercado inmobiliario; por esta razón, mes a mes, las cifras del Colegio de Escribanos siguen exhibiendo caídas en las ventas.
En tanto, el Baade tampoco generó interés porque se buscó colocar deuda a una tasa de interés muy por debajo del rendimiento de bonos a plazos similares ofrecidos por el Estado. Ante este fracaso, se aceleró la salida de Moreno, Marcó del Pont y Lorenzino, y Kicillof comenzó a admitir la necesidad de endeudarse en el exterior por la persistente caída de las reservas. Los funcionarios de Economía admiten que hay que arreglar los asuntos clave de la deuda en default -Club de París y la causa judicial en Nueva York- para que un bono argentino genere interés entre los inversores, locales y extranjeros.