Los trabajadores solteros sin hijos comenzarían a tributar el Impuesto a las Ganancias en 2019 a partir de los $38.200 en mano, siempre que el Gobierno incremente el Mínimo no Imponible (MNI) y las escalas actuales del gravamen en un 28 por ciento.
Así lo señaló el tributarista Ezequiel Pasarelli a Ámbito Financiero, a partir de una posible evolución del denominado RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables). El Ministerio de la Producción y Trabajo tiene que difundir en los próximos días el RIPTE de octubre, que es el que se emplea para esa actualización.
"El aumento del Mínimo No Imponible para el 2019 estará muy por debajo de la inflación de este año", explicó Passarelli quien dijo que "al día de hoy, la variación ocurrida entre los meses de septiembre de 2017 y septiembre de 2018 asciende al 25,41%".
Basado en esos antecedentes, el tributarista sostuvo que "como mucho, se puede esperar que el aumento sea de entre el 27% y el 28%, lo que implica más de 15 puntos por debajo de la inflación real que es del 45%".
El especialista formuló las siguientes comparaciones de salarios de bolsillo para los mismos tipos de empleados. Este año, el MNI para el soltero sin hijos es de $29.855,68; soltero con 1 hijo, $32.275,77; casado sin hijos, $34.654,54 y casado con dos hijos, $39.494,71. Si el RIPTE creciera 28%, en 2019 pasaría para el soltero sin hijos a $38.215,27; soltero con 1 hijo, $41.312,98; casado sin hijos, $44.357,82 y casado con dos hijos, $50.553,23.
Passarelli indicó que el retraso del RIPTE frente a la inflación real genera problemas. "Las personas pagan impuesto según una escala progresiva. Lo que genera que, quien más gana, más impuesto paga. Es decir, un efecto sumamente racional, deseado y buscado", explicó. Pero aclaró que "el problema está cuando, ante la falta de actualización o una actualización deficiente, todos pagan en escalas muy altas".
Durante años, el anterior gobierno de Cristina de Kirchner se negó a aplicar mecanismos de actualización automática del mínimo no imponible. Por el contrario, los mantenía congelados, de modo que cuando los trabajadores recibían un incremento salarial, gran parte de este se lo llevaba el fisco.
En diciembre del 2016, se cambió el sistema y se comenzó a aplicar el RIPTE, que no es otra cosa que un cociente entre la cantidad total de remuneraciones del sector registrado de la economía y la cantidad de trabajadores. El RIPTE tiene como defecto es que no todos los salarios crecen año a año del mismo modo, de manera que aquellos que obtienen incrementos por encima de lo que evoluciona el indicador caen en la misma trampa de que una parte se le termine llevando el Estado.
Por el contrario, quien recibe un aumento por debajo de la marca, puede resultar beneficiado. Aún así existe otro problema, para algunos de los trabajadores que están entre las escalas intermedias. Ocurre que pueden recibir una mejora salarial por debajo del 45% de inflación, con lo cual se perdería poder de compra, que lo haga pasar a una escala superior del impuesto. Por ejemplo, pasar del 15% al 22% de alícuota. De ese modo estaría tributando tan solo por ganancias nominales.